Miles de jóvenes se reunieron con un solo propósito

Una vez al año, miles de jóvenes de todo Ecuador se dan cita en uno de los eventos más esperados por la comunidad cristiana: CampaUni2, una experiencia espiritual organizada por la Sociedad de Jóvenes de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional del Ecuador (IPUIE). Este 2025, el evento se llevó a cabo del 2 al 4 de mayo en el campamento Luz de América, ubicado en la parroquia del mismo nombre, en Santo Domingo.

Desde el primer día, el ambiente fue cargado de fe, unidad y entusiasmo. Jóvenes de todos los rincones del país llegaron en buses, autos particulares o como pudieron, con un solo propósito: encontrarse con Dios, compartir con hermanos en la fe y ser edificados a través de la Palabra.

El evento arrancó con poderosas conferencias dirigidas por expositores nacionales e internacionales, entre ellos el pastor Daniel Carrasco, Bryan Crossley, Freddy Zúñiga, Adri Crosley y otros ministros provenientes de Chile, Venezuela, Uruguay y los Estados Unidos. Cada mensaje fue un torrente de verdad, esperanza y restauración para cientos de jóvenes que anhelaban dirección espiritual y respuestas a sus luchas internas.

Además de las conferencias generales, el programa incluyó espacios específicos para distintos grupos: conferencias simultáneas para mujeres, hombres e incluso hijos de pastores, con mensajes diseñados para edificar sus vidas desde lo más profundo.

La convivencia también fue parte esencial. Las mañanas y tardes se llenaron de actividades deportivas y recreativas, fomentando la fraternidad entre jóvenes. Hubo momentos de descanso y recreación, como el uso de la piscina, donde hombres y mujeres por separado pudieron disfrutar de un tiempo refrescante en medio del calor tropical.

La logística del evento fue impresionante. Cientos de voluntarios trabajaron en sonido, transmisión en vivo, parqueo y organización del área de campamento. Muchos jóvenes decidieron acampar en el lugar, creando un ambiente de comunidad inolvidable, donde la risa, las conversaciones sinceras y los cantos espontáneos se mezclaban bajo el cielo estrellado.

El impacto del evento trascendió lo espiritual. La economía local se vio notablemente activada. Los hoteles de la zona estuvieron a plena capacidad y los restaurantes, tiendas, e incluso vendedores autorizados dentro del campamento, ofrecieron desde comida y bebidas frías hasta Biblias, abanicos, ropa y artículos útiles para los asistentes. La pequeña parroquia de Luz de América vibró con vida y movimiento como nunca antes.

Más allá de la logística, las luces o la música, lo más importante fue lo que sucedió en el corazón de cada joven. Muchos llegaron con cargas, con dudas, con heridas del alma... pero se fueron transformados. El mensaje de Jesucristo traspasó barreras y tocó vidas. Algunos asistieron sin pertenecer a ninguna congregación, otros simplemente por curiosidad. Pero nadie se fue igual. Se vivieron momentos de sanidad interior, de revelación, de decisiones eternas.

Hoy, esos jóvenes regresan a sus ciudades, a sus iglesias, a sus casas... con una convicción renovada: hay un Dios Todopoderoso que hace cosas imposibles, y que sigue hablando a esta generación. Lo vivido en Campa Unidos no fue solo un evento; fue un testimonio del poder sobrenatural de Dios.