Una protesta distinta en tiempos de tensión
- Jungla Estereo
- 30 sept
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El sábado 27 de septiembre, El Coca fue testigo de algo más que una simple marcha: fue un río de fe que recorrió la ciudad. Desde las 3 de la tarde, cientos de creyentes iniciaron su caminar en el malecón de El Coca, avanzando por la avenida 9 de Octubre con un solo propósito: levantar en alto el nombre de Jesús.

Las calles vibraron con banderas blancas y carteles que proclamaban “Jesús”. Automóviles tocaban la bocina en señal de apoyo, familias enteras agitaban sus manos, y la multitud avanzaba entre cantos, danzas y oraciones. Cada paso era un clamor al cielo: que Dios sane esta tierra, que devuelva la paz, que su reino se haga presente en medio de un país golpeado por la violencia y la incertidumbre.
El destino fue el Coliseo del barrio Paraíso Amazónico. Allí, entre cánticos de alabanza y un mensaje pastoral, la unidad de las congregaciones brilló como testimonio vivo de lo que significa creer juntos. No fue una protesta de ira, sino una manifestación de amor. No fue un grito de división, sino un coro de esperanza.
En tiempos oscuros, cuando las calles del Ecuador suelen llenarse de protestas y enfrentamientos, El Coca mostró otro rostro: el de una ciudad que se arrodilla, que clama, que no se rinde. Porque para quienes marcharon aquel día, la fe no es solo religión: es la certeza de que incluso en la tormenta, Jesús sigue siendo la bandera que une y da vida.















































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